A menudo nos pasan desapercibidas, pero las sensaciones que
somos capaces de experimentar a través de nuestros sentidos son mucho más
importantes de lo que creemos. Quizá por lo rutinario de la percepción, nunca
le otorgamos el valor y el protagonismo que merece, por eso es importante
destacar la importancia que esto tiene para un buen neuromanager.
La neurociencia no se mantiene ajena de esta realidad y la
sensorialidad desempeña un papel prioritario en numerosos estudios
neuroperceptivos. Una de las aplicaciones más directas de todos estos estudios la
podemos encontrar en marketing; sin
embargo, jugar con la percepción en los ambientes de trabajo puede ser una buena
forma de crear un clima agradable, fomentar la creatividad o aumentar el
rendimiento de nuestros colaboradores.
Es de sobra conocida la relación existente entre los colores
y los estados de ánimo, pero, ¿por qué olvidar el resto de sentidos? ¿Acaso un ruido
desmesurado y repetitivo no nos genera un gran estrés? ¿Y qué ocurre con los
olores? ¿Qué ocurre cuando el tacto de la silla en la que nos sentamos
diariamente nos resulta molesto? Debemos ser conscientes de todo ello, porque
al igual que al aleteo de una mariposa origina un huracán en la parte opuesta
del globo, un simple estímulo puede causar un descontento general con
consecuencias indeseables.
Fabiola García