NEUROCIENCIA, EMPRESA Y MARKETING por Dra. Lucía Sutil

domingo, 16 de junio de 2013

¿INNOVACIÓN EN LA DIRECCIÓN Y GESTIÓN EMPRESARIAL?


 “El caos es el orden que aún no comprendemos”. Gregory Norris



El cambio está en marcha. En la actualidad, el tejido empresarial  se encuentra en un vacío de paradigma. Los viejos clichés no sirven y el caos y desconcierto reina. ¿Cómo actuar? Ahora desde los departamentos de las empresas que se encargan de gestionar a las personas, tienen la responsabilidad de llevar a cabo este cambio en el mundo empresarial. Es hora de que nos olvidemos de debates absurdos, de palabras vacías y pasemos a la acción, a liderar las organizaciones para preservar, cuidar, su valor más importante… sus personas.



Dejemos de implicarnos exclusivamente en la gestión pragmática, es decir, premiar a nuestros directivos por “hacer más de los mismo con mayor eficacia” pensando que la innovación es exclusiva de los técnicos y estrategas. De esta manera, solo se puede innovar en productos, servicios. Desde estas líneas invitamos a  impulsar la innovación  en la dirección y gestión.
Los departamentos de personas o recursos humanos estamos frente a  retos tremendamente importantes ahora mismo y será nuestra la responsabilidad de llevarlos a cabo, liderando y facilitando el cambio, conduciendo a las personas y a las compañías hacia el fluir e incorporando este cambio a su realidad. También es nuestra responsabilidad conducir a las personas que forman parte de las compañías hacia la adquisición de aquellas competencias y valores que son necesarios en este nuevo escenario.

Una de las creencias que teníamos los departamentos de formación y desarrollo dentro del paradigma antiguo, es que había que dotar de conocimiento externo a las personas (formación en liderazgo, comunicación), conocimientos prestados, porque las personas no los incorporaban a su día a día, más allá del tiempo de motivación que era variable en función de la persona y del momento. Por este motivo, la formación en las empresas cada vez es más pequeña, hemos estado invirtiendo tiempo y dinero en calcular el ROI (retorno de la inversión) de este tipo de formación, aún sabiendo que ese conocimiento no era incorporado al día a día de la persona en el trabajo.

Nuestros queridos departamentos hoy por hoy son necesarios debido a la disociación, entre vida personal y vida laboral, que ha existido bajo el paradigma de la sociedad industrial, donde había que sacar rendimiento, en un principio a base de una metodologías taylorista, y posteriormente bajo una forma pseudo emocional, donde la responsabilidad social corporativa, el salario emocional, y otras estrategias parecidas de motivación y salariales, han servido para mantener durante un poco más la zanahoria delante de nuestros colaboradores, un falso maquillaje para que la “vida laboral” fuera lo más parecida a la “vida personal”, donde sí que existía, o se suponía que existía, aquellos valores y motivaciones que hacían sacar comportamientos extras a las personas.

Otra de nuestras responsabilidades será la de convencer, hacer ver o hacer tomar conciencia a los líderes de las organizaciones que este es el nuevo camino que recorrer y afrontar, antes de que el cambio sea parte también del ADN de nuestra compañía y de las personas que la forman. Las compañías estarán formadas por equipos de trabajo, donde los departamentos y, por supuesto, los comités dejen de existir para dar paso a pequeños equipos de responsabilidades y objetivos comunes, capaces de provocar cambios y  adaptarse a aquéllos que surjan o sean necesarios y provocados desde otro lugar. Equipos autogestionados donde la fuente de riqueza sea el saber incorporado a cada una de esas personas que forman parte del equipo de trabajo, donde por supuesto la función de recursos humanos está en su ADN, al igual que otras muchas como financiero, calidad, marketing, etc.

Hasta lograr trasladar las creencias, las experiencias, los valores y las personas a este nuevo paradigma deberemos gestionar la comprensión y la aceptación de estas nuevas normas de juego. Será función de nuestros profesionales liderar este cambio así como eliminar la ceguera situacional provocada por la incapacidad de gestionar la aceleración del cambio.


Tenemos en nuestras manos poner fin a esta dualidad; integrar al trabajador en la persona; ser generadores de esta nueva revolución donde pondremos fin a las prácticas, estrategias y creencias que limitan nuestro potencial; y, generar la toma de conciencia de las personas y su propia responsabilidad para evolucionar hacia la sabiduría, tanto de las personas como de las empresas.