En la actualidad se impone en el tejido empresarial, social y político una
nueva forma de abarcar la dirección empresarial y las organizaciones actuando con transparencia e impecabilidad. Desde el nuevo
paradigma empresarial, se proponen estas competencias para el empresario y el
directivo.
Desde el paradigma cuántico, cuando
un directivo toma una decisión ha de ser consciente y responsable porque tiene
que tener en cuenta que dicha decisión no sólo influye en la probabilidad de
futuras decisiones sino también, debido a la interconexión cuántica
interpersonal, afecta a las posibilidades futuras de los demás. Esta
competencia está basada en la premisa que todo en el universo es parte de un
todo interconectado, en el que cada fracción influye al todo y el todo es
influido por cualquier parte.
De
esta forma se activa en el empresario una forma de actuar consciente y
responsable. Sus colaboradores, el personal de base, sus clientes, y todo su
entorno están interrelacionados con él, con la organización. Rompe este
concepto con la vieja creencia que por un lado el empresario es el que pone los
recursos y se lleva los beneficios y el empleado es el que pone la mano de obra
y se olvida del resto. La empresa es responsabilidad de todos, cada uno aporta
su función, pero que la empresa funcione correctamente es misión de todos. Cada
uno de los integrantes de esa empresa tienen parte activa en la
responsabilidad, el trabajador porque si se cierra la empresa se queda sin
trabajo necesita implicarse en el negocio y empresario porque si no cuida a su
personal se marchará a otra empresa o bien no estarán motivados e implicados en
su desarrollo y crecimiento. Así todos trabajan juntos para el bien común.
Otra
implicación empresarial de esta competencia es su actuación sobre la
responsabilidad social en la toma de decisiones. Continuando con el supuesto
del universo, si todo está íntimamente interconectado la acción de una persona
tiene un efecto en ella misma, es decir, a su vez también se convierte en
receptora de sus propias emisiones. El conocido efecto boomerang. Por tanto, si
un empresario quiere
prosperidad y éxito en una empresa, ella misma tendrá que dar y servir y en esa
proporción recibirá en su empresa y de sus trabajadores. Un ejemplo que casi
todos hemos vivido siendo empleados o empresarios. En la empresa hay un
problema que necesita resolverse con urgencia, el jefe de equipo nos pide que
nos quedemos más horas fuera del horario laboral, y que no sabe si va a poder
compensarnos económicamente o con tiempo libre, dada la situación que se vive
en la empresa. Ante este supuesto, el jefe de equipo se puede quedar con los
empleados y trabajar codo a codo hasta solucionar el problema o marcharse y que
se queden los empleados. En el primer caso es muy probable que todos acepten
las condiciones. En el segundo caso es más difícil ya que el directivo
implicado actúa de una manera incoherente entre lo que dice y hace.
¿Apostamos por unos directivos conscientes que actúen con
transparencia e impecabilidad en pleno siglo XXI, dónde se está implementando
en empresas y organizaciones de éxito el paradigma cuántico?