NEUROCIENCIA, EMPRESA Y MARKETING por Dra. Lucía Sutil

jueves, 13 de febrero de 2014

NEUROCIENCIA Y ECONOMÍA, UN MATRIMONIO INDISOLUBLE EN LA RIQUEZA Y EN LA POBREZA.


Desde hace tiempo el termino “neurociencia” viene tronando en nuestros oídos con inusitada frecuencia, casi tanto como oír hablar de economía.  Pero a lo que nadie se ha acostumbrado es a que ambas se entremezclen.
Si ya cuesta entender qué es eso de la neurociencia, encima le añadimos la economía, la cual tampoco consigue reunir numerosos adeptos, lo cual no me extraña; siempre la he considerado como la ciencia con mejor capacidad de predecir el pasado.

Habrán oído ustedes decir aquello de “nueve de cada diez dentistas opinan…”. Pues bien, si oyen que nueve de cada diez economistas coinciden…, resguárdense en sus casas, bajen persianas, acopien alimentos, porque el fin del mundo está próximo. Yo, al menos, lo haría.

Y esto por qué. Hace poco leí las palabras de Joan Robinson, economista británica del s. XX, diciendo que estudiamos economía para que no nos engañen los economistas. Y no le falta razón. Nos acostumbramos a escuchar vocablos inentendibles sobre gráficas y logaritmos extraños, prediciendo que esto y lo otro va a ocurrir sobre la base de un extraño comportamiento humano en versión borreguil, como si las personas no fuéramos más que tristes y apacibles ovejas dominadas por una inteligencia superior que nos subyuga bajo su intelecto. Es decir, poco podemos hacer para cambiar la situación. Es más, mejor que ni lo intentemos, que ya vendrán otros a hacer nuestro trabajo. Nosotros, mientras tanto, a descansar. Deben pensar esas mentes privilegiadas aquello de que malo es tener un tonto al lado, pero si encima es un tonto motivado…, mal asunto, ¿verdad?.

Está claro que la inmensa mayoría no pertenecemos a esa clase de prodigios intelectuales que se ven capacitados para pensar por los demás. Tan claro como que yo tampoco estoy dispuesto a permanecer impasible en el lado borreguil.

Cómo salir de ese estado alienante…, no es fácil, cierto. Y es justamente aquí donde entra esta nueva fuente de conocimiento llamada Neuroeconomía, ya que nos permite pasar del concepto de individuo sobre el cual una élite nos maneja a su antojo como masa descerebrada, a un concepto de persona donde cada uno tomamos el pleno control de nuestra potencialidad humana en la medida en que la ciencia nos avala conocer limitaciones, fortalezas, perfiles, mapas neurológicos, etc., es decir, como personas descubrimos el SER. A partir de aquí las posibilidades son infinitas, ya que en la medida en que nos hacemos transparentes a nuestra consciencia entendemos el qué, el porqué y el para qué de nuestras acciones. Algo así como decía aquella canción: I have the power.

Les invito a comenzar una singladura en la que descubrir no tanto cómo nos engañan ciertos lumbreras economistas, sino cómo nosotros podemos aportar grandes avances a la ciencia económica, que tanto necesita volver a interpretar el ser humano como persona, no como individuo. Vamos allá.

LUIS A. ABAD




No hay comentarios:

Publicar un comentario