Los desafíos que
tienen que vencerse en el tejido empresarial en el nuevo siglo, dejan
inoperativas las antiguas formas de enfrentarse a las competencias de
planificar, organizar, dirigir, liderar y controlar. Dichas competencias tienen
que adaptarse a una organización concebida como una estructura viva, por tanto,
impredecible; donde convergen la objetividad y la subjetividad, lo lógico con
lo ilógico, lo lineal y lo no-lineal, el orden y el caos, todo ello teñido por
el hecho de que el proceso del observador, afecta a lo observado. Para todo
ello se necesitan, además de adaptar las viejas competencias, desarrollar
nuevas, basadas en el mismo paradigma con el que se concibe la nueva empresa.
Las nuevas competencias que tienen que desarrollarse
en el management del siglo XXI, parten del nuevo paradigma de ver el universo:
el cuántico, donde la energía es la estrella, por tanto la causa principal de
lo que nos sucede, pasando a un segundo plano los aspectos materiales. Pero
esta nueva visión que aportan los hallazgos nuevos de la ciencia (física
cuántica) están basados en su mayoría en la sabiduría de siglos pasados. La
diferencia estriba que ahora tenemos soporte científico para apoyarnos en lo
que los sabios utilizaban para tener éxito en la vida. Dichas
competencias son:
- Desarrollar una amplitud de miras.
- Conciencia Paradójica.
- Nivel alto de energía vital.
- Conocimiento intuitivo.
- Impecabilidad.
Comenzamos reflexionando sobre la primera:
· Desarrollar una amplitud de miras: Esta
competencia está íntimamente relacionada con el primer desafío: La forma en que
percibe la realidad. Un cuerpo experimental en psicología señala que a la hora
de enfrentarse a la realidad más del 80% de lo que percibimos está en función
de nuestras creencias internas.
“Dos jóvenes monjes salieron por primera vez de su monasterio para realizar
un viaje.
Su mentor los advirtió de los peligros del mundo y especialmente les
previno para que evitaran el contacto con mujeres dada su juventud e
inexperiencia.
Cerca del vado de un río escucharon los lamentos de alguien pidiendo ayuda.
Uno de los monjes se acercó a unos matorrales y vio a una mujer herida y
desnuda.
El monje la cargó en brazos y cruzó con ella el río hasta llevarla a un
pueblo cercano en el que la asistieron.
Durante este recorrido el otro monje no paró de recriminarlo. Una vez que
salieron de aquel pueblo y reemprendieron la marcha las recriminaciones no
cesaron.
- ¡ Has llevado a una mujer en brazos ¡ ¡ Y además estaba desnuda ! ¡ El
mentor nos advirtió de que ni siquiera nos acercásemos a ellas y tú la has
cargado en brazos !
Y así continuó durante varias leguas hasta que el monje compasivo se cansó
de escucharlo y le contestó.
- Yo solté a la mujer cuando llegamos al pueblo, pero tú aun la llevas
encima”.
Este cuento budista, nos deja claro que lo
que tenemos dentro de nosotros se refleja en la forma de percibir el mundo. Por
lo tanto, las creencias que tiene un empresario refuerzan sus percepciones y
estás nuevamente refuerzan sus creencias. Entra así en un círculo quedando
atrapado en el pasado, repitiendo la forma de solucionar los problemas, a la
hora de tomar decisiones, tiende a tener en cuenta las mismas opciones, de la
misma forma, desperdiciando oportunidades nuevas que le permitan ver distintas
soluciones. Las creencias se pueden producir a nivel consciente, aunque una vez
incorporadas pueden actuar a nivel inconsciente que es difícil de manejar. En
esta competencia se trata de que los empresarios tengan la capacidad de
aprender a ser más conscientes de sus creencias y a modificarlas, modificándose
así su percepción de la realidad.
Esta competencia permitirá que el empresario
pueda seleccionar conscientemente sus creencias permitiéndole prestar atención
a otros estímulos de la realidad que antes no podía ver, proporcionándole así
una nueva visión del problema, de la dificultad o de puntos a tener en cuenta a
la hora de tomar una decisión.
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