No cabe ninguna duda que los
paradigmas que hemos consensuado influyen en la forma de ver el mundo. Un
paradigma puede definirse como un conjunto de supuestos que sustentan nuestra
forma de ver el mundo y en consecuencia, de actuar. En el campo empresarial,
por ejemplo, estos supuestos fundamentales han provocado históricamente que en
cada sector de negocios, grupo empresarial o rama industrial se trabaje y
compita bajo ciertas condiciones preestablecidas mediante unas “reglas del
juego”. La mayoría de las veces no escritas, pero aceptadas mayoritariamente y,
aunque en el común de los casos tampoco son explícitas, sí las entienden y
comparten todos los miembros que adoptan el mismo paradigma.
Pero, ¿qué sucede cuando
nuestro paradigma ya no concuerda con nuestra experiencia? Nos podemos
encontrar en un vacío de paradigma. Sabemos que ya no estamos a gusto ni nos
sirve el viejo sistema de creencias, pero no estamos seguros de comprender
primero y aceptar después el nuevo que ocupa su lugar.
A pesar de todo surgen nuevas
modas en materia de recetas de gestión que nacen del natural deseo de salvar
las organizaciones de los problemas constantes y cada vez mayores que provocan
la globalización, la incertidumbre y la complejidad creciente. Pero la mayoría
de estos modelos y recetarios de gestión tienen como base la misma visión y el
mismo mapa para enfrentar nuevas realidades que, por sus características, no
permiten que esos modelos sean suficientes tanto estructural como
funcionalmente.
Dicho de otro modo, se cambian
los vestidos antiguos por otros más vistosos y actuales, pero el modelo
continúa siendo el mismo. De esta forma, se acierta en el “que hacer” pero se
fracasa en el “cómo hacerlo” aun cuando la práctica intuitiva cotidiana (cómo
hacer)sumada a la experiencia ,se traducen en sorprendentes éxitos puntuales,
no se alcanza a integrarlo en un plan estratégico (qué hacer) que facilite un
crecimiento sostenible.
“Si un hombre incorrecto utiliza un instrumento correcto, en sus manos se vuelve incorrecto”.
PROVERBIO CHINO
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